Leyenda de San Virila en Leyre
El relato trascurre a finales del siglo IX, un poco más tarde que el descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago, pero está reflejado literariamente en los medios cistercienses del siglo XII. Sucede en el monasterio de San Salvador de Leyre (Navarra). Era entonces un monasterio floreciente.Esto que sucedía hacia el año 850 indica la antigüedad del monasterio, atestiguado por los restos de una iglesia mozárabe conservada en el subsuelo de la actual iglesia románica.
El abad Virila nació en Tiermas en el 870 y murió en Leyre en el 950.
Mantenía el bueno del abad tremendas dudas sobre cómo sería el gozo de la eternidad. Es así que un día de plenitud primaveral se interna en el bosque cercano con estas meditaciones que leía en un libro.
En la espesura del bosque aparece un ruiseñor, que con sus trinos distrae su atención de la lectura, apartándolo hasta una fuente. Allí queda prendado del canto del pájaro, hasta que se adormece.
Cuando se despierta la naturaleza había cobrado nueva vida y no encuentra el camino de vuelta, hasta que al fin lo reconoce y al monasterio al fondo, que ahora es más grande, con iglesia mayor y nuevas dependencias que no comprende.
En la espesura del bosque aparece un ruiseñor, que con sus trinos distrae su atención de la lectura, apartándolo hasta una fuente. Allí queda prendado del canto del pájaro, hasta que se adormece.
Cuando se despierta la naturaleza había cobrado nueva vida y no encuentra el camino de vuelta, hasta que al fin lo reconoce y al monasterio al fondo, que ahora es más grande, con iglesia mayor y nuevas dependencias que no comprende.
Al llegar a la portería e identificarse, nadie le reconoce.
Buscando en el archivo del cenobio encuentran un abad Virila » perdido en el bosque «, pero hacía trescientos años.
Es entonces el monasterio una revolución por el milagro acaecido, y en pleno Te Deum de acción de gracias se abre la bóveda de la iglesia y se oye la voz de Dios » Virila, tu has estado trescientos años oyendo el canto de un ruiseñor y te ha parecido un instante. Los goces de la eternidad son mucho más perfectos «. Un ruiseñor entra entonces por la puerta de la iglesia con un anillo abacial en el pico, y lo coloca en el dedo del abad, que lo fue hasta que Dios lo llamó a comprobar la gloria eterna.
En los alrededores del Monasterio se encuentra la Fuente de San Virila.
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