CAMINO DE SANTIAGO
La localidad de Abínzano se encuentra en la ruta francesa-aragonesa del Camino de Santiago. A través de Somport y Jaca discurre por territorio aragonés para entrar en Navarra y pasar por Sangüesa, Izco, Abínzano, Monreal, Guerendiáin, Tiebas hasta encontrarse en Puente la Reina con la ruta que viene de Roncesvalles y, como reza en el monumento al peregrino, «desde aquí todos los caminos son uno».
Son numerosos los peregrinos que pasan o se detienen junto a nuestra casa. Tanto los propietarios como los turistas que ocupan el alojamiento, no dudan en ofrecerles agua, fruta o café. Cuando son grupos numerosos también hay opción de alquilarles la casa.
La universalidad del camino queda demostrada por la variedad de sus gentes. Muchos extranjeros llegados incluso desde el este de Europa. Los hay que peregrinan solos, en grupo, en familia, o bien se encuentran en el camino y siguen juntos.
Recuerdo especialmente aquella familia compuesta por los padres y dos niños rubios de 5 y 7 años. Llegaron un frío día de invierno y pasaron la noche en un viejo corral de ovejas. Un caballo de carga les aliviaba el peso. Regina y Solbert, francesa y holandés, coincidieron tomando café en nuestra casa.
Otros con carros y caballos llegados de Valencia, pasaron por Abínzano y pasaron la noche en Guerendiáin. Saludos para ellos de parte del alcalde de esta localidad.
Otro personaje peculiar pasó la noche en el atrio de la iglesia de Abínzano. Entunicado y encapuchado leía sus plegarias a la luz de una linterna. Preguntado por su estado, daba la impresión que estaba en trance, puesto que no apartaba la vista del libro que leía.
Son numerosos los peregrinos que pasan o se detienen junto a nuestra casa. Tanto los propietarios como los turistas que ocupan el alojamiento, no dudan en ofrecerles agua, fruta o café. Cuando son grupos numerosos también hay opción de alquilarles la casa.
La universalidad del camino queda demostrada por la variedad de sus gentes. Muchos extranjeros llegados incluso desde el este de Europa. Los hay que peregrinan solos, en grupo, en familia, o bien se encuentran en el camino y siguen juntos.
Recuerdo especialmente aquella familia compuesta por los padres y dos niños rubios de 5 y 7 años. Llegaron un frío día de invierno y pasaron la noche en un viejo corral de ovejas. Un caballo de carga les aliviaba el peso. Regina y Solbert, francesa y holandés, coincidieron tomando café en nuestra casa.
Otros con carros y caballos llegados de Valencia, pasaron por Abínzano y pasaron la noche en Guerendiáin. Saludos para ellos de parte del alcalde de esta localidad.
Otro personaje peculiar pasó la noche en el atrio de la iglesia de Abínzano. Entunicado y encapuchado leía sus plegarias a la luz de una linterna. Preguntado por su estado, daba la impresión que estaba en trance, puesto que no apartaba la vista del libro que leía.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.